Persigo una explicación que escapa a mi entendimiento, con el propósito de obtener satisfacción.
Es de mi conocimiento que no te intereso.
No deseo un trofeo de consolación y no quiero ningún recuerdo, mucho menos tu comprensión.Hubiera esperado algo más para respaldar tus acciones que simple convicción.
Te vi confiada y segura. Creí que eras fuerte.
Acepte de ti un único y especial presente: la ilusión.
Sin embargo, terminó por ser un presagio de aquello por venir: la confusión.
Para cuando le vi venir, yo me encontraba lejos contado estrellas para ti.
Esperando a nuestro encuentro me dirigí a ti.
Mientras me acercaba, avisté las señales de que me esperaba una decepción.
Aguardaban por mí la agonía y la desolación.
Confiado seguí, sin cambiar de dirección.
Jamás consideré renunciar a mi pretensión.
Te ofrecí mi cariño con toda concesión.
Ya sé que no lo quieres y entenderé que lo desprecies.
Aunque pudiste advertirme.
Yo habría atendido el aviso de que cambiarías de opinión.
Por eso persigo una explicación.
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