Eso queríamos los dos.
Porque sentíamos algo.
Estábamos creando magia.
Nuestras palabras no se desgastaban.
Quien las respaldaba, era el amor.
Enamorarse ha sido un juego de niños.
Ella lo dijo y yo lo repito.
Es una ley natural.
Y el sentimiento que no es nocivo se convirtió en su alivio.
Y para mí fue mi más grande deseo, mi único delirio.
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