Ella se convirtió en una princesa y me convirtió en un osito.
Pasaron más cosas de las que yo esperaba.
Y no transcurrió el tiempo que creía que pasaba.
Su voz decía palabras dulces y lo necesitaba.
Como un arco disparando flechas con perfecta precisión.
Entonces llegaron a su blanco, a mi corazón.
Y este pasó de ser una piedra a ser un suave cojín de algodón y tela.
Ella se convirtió en una princesa.
Y sobre mi pecho recostó su cabeza.
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